Foto de San Juan de la Cruz
Biografía de San Juan de la Cruz
(Juan de Yepes Álvarez; Fontiveros,
España, 1542-Úbeda, id., 1591) Poeta y religioso español. Nacido en el seno de
una familia hidalga empobrecida, empezó a trabajar muy joven en un hospital y
recibió su formación intelectual en el colegio jesuita de Medina del Campo.
En 1564 comenzó a estudiar artes y
filosofía en la Universidad de Salamanca, donde conoció, en 1567, a santa
Teresa de Jesús, con quien acordó fundar dos nuevas órdenes de carmelitas. Su
orden reformada de carmelitas descalzos tropezó con la abierta hostilidad de
los carmelitas calzados, a pesar de lo cual logró desempeñar varios cargos.
Tras enseñar en un colegio de novicios de Mancera, fundó el colegio de Alcalá
de Henares. Más adelante se convirtió en el confesor del monasterio de santa
Teresa.
San Juan de la Cruz, en 1577 prosperaron
las intrigas de los carmelitas calzados y fue encarcelado en un convento de
Toledo durante ocho meses. Tras fugarse, buscó refugio en Almodóvar. Pasó el
resto de su vida en Andalucía, donde llegó a ser vicario provincial. En 1591
volvió a caer en desgracia y fue depuesto de todos sus cargos religiosos, por
lo que se planteó emigrar a América, proyecto que frustró su prematuro óbito.
Canonizado en 1726, fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1926.
Aunque los versos que de él se conservan
son escasos y no fueron publicados hasta después de su muerte, se le considera
como uno de los mayores poetas españoles de la época y como el máximo exponente
de la poesía mística. Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva son
sus tres obras poéticas capitales, a las cuales corresponden varias obras en
prosa que les sirven de corolario explicativo, dado el hermetismo simbólico de
su poesía: Subida al monte Carmelo, Noche oscura del alma, Llama de amor viva
(las tres reunidas en el volumen Obras espirituales que encaminan a un alma a
la unión perfecta con Dios) y Cántico espiritual.
Combinando la antigua simbología del
Cantar de los cantares con las fórmulas propias del petrarquismo, produjo una
rica literatura mística, que hunde sus raíces en la teología tomista y en los
místicos medievales alemanes y flamencos. Su producción refleja una amplia
formación religiosa, aunque deja traslucir la influencia del cancionero
tradicional del siglo XVI, sobre todo en el uso del amor profano (las figuras
del amante y de la amada) para simbolizar y representar el sentimiento místico
del amor divino. La estrofa más empleada en sus poemas es la lira, aunque
demuestra igual soltura en el uso del romance octosílabo.
Toda su doctrina gira en torno al símbolo
de la «noche oscura», imagen que ya era usada en la literatura mística, pero a
la que él dio una forma nueva y original. La noche, al borrar los límites de
las cosas, le sugiere, en efecto, lo eterno, y de esa manera pasa a simbolizar
la negación activa del alma a lo sensible, el absoluto vacío espiritual. Noche
oscura llama también san Juan a las «terribles pruebas que Dios envía al hombre
para purificarlo»; ateniéndose a este último significado, habla de una noche
del sentido y de una noche del espíritu, situadas, respectivamente, al fin de
la vía purgativa y de la iluminativa, tras las cuales vendría la vía unitiva,
aspiración última del alma atormentada por la distancia que la separa de Dios,
y realización de su deseo de fusión total con Él. Antes de acceder a la
experiencia mística de unión con Dios, el alma experimenta una desoladora
sensación de soledad y abandono, acompañada de terribles tentaciones que, si
consigue vencer, dejan paso a una nueva luz, pues «Dios no deja vacío sin llenar».
San Juan utiliza determinados recursos
estilísticos con una profusión y madurez poco frecuentes, dando un nuevo y más
profundo sentido a las expresiones paradójicas («vivo sin vivir en mí»,
«cautiverio suave») y las exclamaciones estremecedoras («¡Oh, llama de amor
viva!») habituales en los cancioneros. Lo que mejor define su poesía es su
extraordinaria intensidad expresiva, gracias a la perfecta adecuación y el
equilibrio de cada una de sus imágenes. A ello contribuye así mismo su
tendencia a abandonar el registro discursivo y eliminar nexos neutros carentes
de valor estético para buscar una yuxtaposición constante de elementos poéticos
de gran plasticidad.