abril 25, 2013

Biografia de El Mío Cid

Foto de El Mío Cid
Biografía de El Mío Cid
 
Título: Cantar de Mio Cid
Autor: Anónimo
Editorial: Castalia
Año de la edición: 1995
Páginas: 325
ISBN: 8470397192

Esta reseña es distinta. No se trata precisamente de una novela actual. Es nada más y nada menos que el Cantar de Mio Cid. Hace un mes comencé a estudiar en la UNED Lengua y Literatura Españolas y a partir de ahora me va a tocar leer muchos clásicos. Lo que al principio me parecía algo negativo se ha convertido en algo no sólo positivo, sino también muy entretenido. Nunca antes había leído el Cantar de Mio Cid y creía que me iba a parecer aburrido y pesado y además, pensaba que leer en castellano antiguo me iba a resultar más difícil.
Sin embargo, ha sido todo lo contrario y me he llevado una gran sorpresa porque no sólo no me ha costado tanto como creía entender el castellano antiguo, sino que encima me he metido en la trama, que me ha gustado mucho, e incluso me he sorprendido a mí misma enganchándome a la historia. Quién me lo iba a decir.
La verdad es que he disfrutado mucho leyendo el Cantar de Mio Cid y esta obra me ha hecho reflexionar sobre lo que leemos y lo que no y sobre la literatura en general. Hasta ahora yo era muy reacia a leer clásicos sin tener ningún motivo aparente para negarme a descubrirlos. Suelo pensar que algo no me va a gustar, que me va a aburrir sin ni siquiera darle una oportunidad y ahora me he dado cuenta de lo equivocada que estaba.
A lo largo de esta obra vamos conociendo poco a poco al Cid, un vasallo del rey Alfonso de Castilla al que no sólo vemos como un guerrero, sino como un hombre, como un ser humano. Porque lo vemos enfadado, lo vemos riendo, lo vemos llorando, lo vemos feliz o lo vemos sufriendo. En definitiva, vemos sus sentimientos y por eso lo sentimos como alguien cercano a pesar de los muchos años que han pasado y de lo mucho que ha cambiado el mundo y la vida desde que se escribió este poema. Conforme pasamos las páginas acompañamos al Cid desde su destierro de Castilla hasta su llegada a Valencia y le acompañamos en su camino por pueblos de los reinos de Castilla y de Aragón, donde tendrá que hacer frente a batallas contra enemigos y donde también verá con satisfacción cómo cada vez más hombres se unen a su causa.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención de esta obra es la lealtad del Cid al rey Alfonso a pesar de que lo ha desterrado y ha encerrado en Cardeña (Burgos) a su mujer Ximena y a sus hijas Elvira y Sol. Una fidelidad que el Cid demuestra después de cada batalla ganada enviando regalos al rey en manos de su mejor amigo, su mano derecha, Minaya Alvar Fáñez. Así, poco a poco, Rodrigo Díaz de Vivar obtendrá primero la aprobación del rey para que sus vasallos que lo deseen se unan al Cid y finalmente logrará la liberación de su mujer y sus hijas, que viajarán a Valencia para rencontrarse con él, y el perdón real.
Sin embargo, esta lealtad también traerá graves consecuencias para el Cid cuando acepte la voluntad del rey de casar a sus hijas Elvira y Sol con los infantes de Carrión, Diego y Fernando. El Cid acepta las órdenes del rey Alfonso, pero deja muy claro que no está de acuerdo y así se lo hace saber a su mujer y sus hijas, manteniéndose de esta forma leal tanto al rey como a su propia familia.
Los hermanos Diego y Fernando mostrarán muy pronto su cobardía y su mezquindad, primero ante un león que se ha escapado y después en la batalla ante los árabes para defender Valencia, que había sido previamente conquistada por el Cid, del ataque del rey de Marruecos, que quiere recuperar la ciudad. Sin embargo los infantes de Carrión irán mucho más allá y en el robledal de Corpes, de camino entre Valencia y Carrión, se vengarán del Cid por haberlos humillado por su cobardía a través de sus hijas. Tras pegarles, las violan y las dejan abandonadas inconscientes.
Cuando el Cid se entera le pide cuentas al rey, ya que es el máximo responsable de que los infantes de Carrión sean los yernos del Cid y el rey Alfonso accede a convocar Cortes en Toledo, donde se acuerdo organizar unas justas en las que dos hombres del Cid se enfrentarán a los hermanos Diego y Fernando, que finalmente serán derrotados y de esta forma se hará justicia y el Cid recuperará su honor y la honra de su familia, acordando que sus hijas se casen con los infantes de Navarra y de Aragón.
Por si fuera poco lo mucho que he disfrutado y lo mucho que me he enganchado con esta lectura, sobre todo este último fin de semana, ya que el domingo no podía soltar el libro, en las últimas páginas me he llevado una agradable sorpresa al descubrir que el infante de Aragón se llamaba Yeñego. Suena muy parecido a Ienego, el nombre que mi chico y yo queremos poner a nuestro hijo el día que lo tengamos, que para eso aún falta mucho. Es Íñigo en roncalés, un dialecto del euskera que se habla en el valle del Roncal, en Navarra, y tanto a mi chico como a mí nos hizo mucha gracia y mucha ilusión ver ese nombre en elCantar de Mio Cid. Otra cosa más positiva que me ha aportado esta obra.