Foto de El Mío Cid
Biografía de El Mío Cid
Título: Cantar de Mio Cid
Autor: Anónimo
Editorial: Castalia
Año de la edición: 1995
Páginas: 325
ISBN: 8470397192
Esta reseña es distinta. No se trata
precisamente de una novela actual. Es nada más y nada menos que el Cantar de
Mio Cid. Hace un mes comencé a estudiar en la UNED Lengua y Literatura
Españolas y a partir de ahora me va a tocar leer muchos clásicos. Lo que al
principio me parecía algo negativo se ha convertido en algo no sólo positivo,
sino también muy entretenido. Nunca antes había leído el Cantar de Mio Cid y
creía que me iba a parecer aburrido y pesado y además, pensaba que leer en
castellano antiguo me iba a resultar más difícil.
Sin embargo, ha sido todo lo contrario y
me he llevado una gran sorpresa porque no sólo no me ha costado tanto como
creía entender el castellano antiguo, sino que encima me he metido en la trama,
que me ha gustado mucho, e incluso me he sorprendido a mí misma enganchándome a
la historia. Quién me lo iba a decir.
La verdad es que he disfrutado mucho
leyendo el Cantar de Mio Cid y esta obra me ha hecho reflexionar sobre lo que
leemos y lo que no y sobre la literatura en general. Hasta ahora yo era muy
reacia a leer clásicos sin tener ningún motivo aparente para negarme a
descubrirlos. Suelo pensar que algo no me va a gustar, que me va a aburrir sin
ni siquiera darle una oportunidad y ahora me he dado cuenta de lo equivocada
que estaba.
A lo largo de esta obra vamos conociendo
poco a poco al Cid, un vasallo del rey Alfonso de Castilla al que no sólo vemos
como un guerrero, sino como un hombre, como un ser humano. Porque lo vemos
enfadado, lo vemos riendo, lo vemos llorando, lo vemos feliz o lo vemos
sufriendo. En definitiva, vemos sus sentimientos y por eso lo sentimos como
alguien cercano a pesar de los muchos años que han pasado y de lo mucho que ha
cambiado el mundo y la vida desde que se escribió este poema. Conforme pasamos
las páginas acompañamos al Cid desde su destierro de Castilla hasta su llegada
a Valencia y le acompañamos en su camino por pueblos de los reinos de Castilla
y de Aragón, donde tendrá que hacer frente a batallas contra enemigos y donde
también verá con satisfacción cómo cada vez más hombres se unen a su causa.
Una de las cosas que más me ha llamado la
atención de esta obra es la lealtad del Cid al rey Alfonso a pesar de que lo ha
desterrado y ha encerrado en Cardeña (Burgos) a su mujer Ximena y a sus hijas
Elvira y Sol. Una fidelidad que el Cid demuestra después de cada batalla ganada
enviando regalos al rey en manos de su mejor amigo, su mano derecha, Minaya
Alvar Fáñez. Así, poco a poco, Rodrigo Díaz de Vivar obtendrá primero la
aprobación del rey para que sus vasallos que lo deseen se unan al Cid y
finalmente logrará la liberación de su mujer y sus hijas, que viajarán a
Valencia para rencontrarse con él, y el perdón real.
Sin embargo, esta lealtad también traerá
graves consecuencias para el Cid cuando acepte la voluntad del rey de casar a
sus hijas Elvira y Sol con los infantes de Carrión, Diego y Fernando. El Cid
acepta las órdenes del rey Alfonso, pero deja muy claro que no está de acuerdo
y así se lo hace saber a su mujer y sus hijas, manteniéndose de esta forma leal
tanto al rey como a su propia familia.
Los hermanos Diego y Fernando mostrarán
muy pronto su cobardía y su mezquindad, primero ante un león que se ha escapado
y después en la batalla ante los árabes para defender Valencia, que había sido
previamente conquistada por el Cid, del ataque del rey de Marruecos, que quiere
recuperar la ciudad. Sin embargo los infantes de Carrión irán mucho más allá y
en el robledal de Corpes, de camino entre Valencia y Carrión, se vengarán del
Cid por haberlos humillado por su cobardía a través de sus hijas. Tras
pegarles, las violan y las dejan abandonadas inconscientes.
Cuando el Cid se entera le pide cuentas al
rey, ya que es el máximo responsable de que los infantes de Carrión sean los
yernos del Cid y el rey Alfonso accede a convocar Cortes en Toledo, donde se
acuerdo organizar unas justas en las que dos hombres del Cid se enfrentarán a
los hermanos Diego y Fernando, que finalmente serán derrotados y de esta forma
se hará justicia y el Cid recuperará su honor y la honra de su familia,
acordando que sus hijas se casen con los infantes de Navarra y de Aragón.
Por si fuera poco lo mucho que he
disfrutado y lo mucho que me he enganchado con esta lectura, sobre todo este
último fin de semana, ya que el domingo no podía soltar el libro, en las
últimas páginas me he llevado una agradable sorpresa al descubrir que el
infante de Aragón se llamaba Yeñego. Suena muy parecido a Ienego, el nombre que
mi chico y yo queremos poner a nuestro hijo el día que lo tengamos, que para
eso aún falta mucho. Es Íñigo en roncalés, un dialecto del euskera que se habla
en el valle del Roncal, en Navarra, y tanto a mi chico como a mí nos hizo mucha
gracia y mucha ilusión ver ese nombre en elCantar de Mio Cid. Otra cosa más
positiva que me ha aportado esta obra.